Cibernautas compararon a El valor de la verdad con el criticado espacio de Laura Bozzo.

Beto Ortiz también está al frente del noticiero “Abre los ojos”. (Foto: El Comercio)

El debut del programa El valor de la verdad, que conduce Beto Ortiz, originó una gran polémica todo el fin de semana. En las redes sociales (especialmente en Twitter) fue bastante comentado y hasta criticado; incluso algunos cibernautas lo compararon con el talk show de Laura Bozzo sin embargo Beto no se sintió aludido.

¿QUÉ PROVOCÓ LA CONTROVERSIA?
La participación de la joven Ruth Thalía, quien se sometió a la prueba del polígrafo y confesó ante cámaras que cobró dinero para mantener relaciones sexuales y que se siente atraída hacia las mujeres. Por estas confesiones se llevó el monto de quince mil soles.

Sobre el tema, cientos de cibernautas opinaron en las redes sociales. “Hola Beto… dicen que tu programa se parece al de Laura (Bozzo)”, tuiteó un televidente. “Tanto como tú, te pareces a Christian Meier”, respondió irónicamente el periodista a través de su cuenta en Twitter.

“50 mil soles para someterse a la deshonra y el escarnio público es muy poco, sube a 200 mil y tendrás gente más interesante”, escribió una joven en la red de microblogging. A lo que el conductor respondió: “Si hay algo que no harías por 50, pero sí lo harás por 200 significa que lo tuyo no es un dilema moral. Es cuestión de caja chica”.

De otro lado, en conversación con “Perú.21”, Ortiz dijo estar satisfecho con el debate en redes sociales que ha generado su nuevo espacio televisivo.

“El debut ha sido bueno y me parece bien que genere discusiones. No sé qué programa vieron quienes hacen las comparaciones, creo que se equivocaron, porque el productor de Laura Bozzo (Alberto Rojas) trabaja en otro canal y en otro programa (“Vidas extremas”). No me molesta que me comparen con alguien, porque si me ponen en una página al lado de Gisela Valcárcel, Laura Bozzo o Magaly Medina significa que estoy pasando a las ligas mayores. Agradezco el halago, es un honor”, declaró.

Fuente: El Comercio