Francisco Lombardi: “Si solo hacemos películas como ¡Asu mare! nuestro cine no crecerá”

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Ha dirigido 15 largometrajes y seis obras de teatro. Integra el Comité Consultivo del Festival de Cine de Lima. Es miembro de la Comisión de Fútbol del club Sporting Cristal y director de la carrera de Cine de la Escuela de Cine y Post Producción de Lima.

Francisco Lombardi

Lombardi enseñará Cine en la Escuela de Cine y Post Producción de Lima. Curiosamente, él dice que nunca le dio consejos a su hija, la cineasta Joanna Lombardi. Ella aprendió lo que sabe trabajando a su lado.

Francisco Lombardi está sentado en el living de su departamento. En la mesa de centro hay una treintena de DVDs que compró en Polvos Azules. Last Resort, Kasaba, Make way for tomorrow, son algunos de sus títulos. Suele ocurrir que cada vez que regresa de un festival de cine en el extranjero, se percata de que se le pasaron un montón de películas buenísimas. Entonces, se va al Pasaje 18. Por lo general encuentra la mayoría de las que lleva anotadas en sus extensas listas. Las compra. Y durante las siguientes semanas, las disfruta.

Lombardi se pasa la vida viendo películas, pero en las últimas semanas le puso a esa labor mucho más dedicación. Sucede que es miembro del Comité Asesor del Festival de Cine, por lo que participó en la selección de las cintas que serán exhibidas en esta edición (que comenzó el viernes 9). Ya vio la mayoría de las que están en el programa. ¿Sus recomendadas? La chilena Gloria, la mexicana La jaula de oro, la peruana El evangelio de la carne… casi todos los documentales, que están muy bien. Él dice que este será un buen festival. Aunque Tarantino no venga.

¿Usted es de los que propuso invitar a Quentin Tarantino?

No, esa propuesta fue de Édgar Saba [director del festival]. Se logró una comunicación con él, hubo un momento en que pareció que venía, pero al final ha quedado para más adelante.

¿En verdad cree que venga?

Puede ser, este año está viniendo Alexander Payne, que es un gran director independiente [ganador de dos Oscar].

Saba dice que también piensan traer a Spike Lee, Paul Thomas Anderson y los hermanos Cohen.

Claro, la idea es traer gente del cine independiente americano, aunque ahora no es tan fácil distinguir porque muchos están vinculados a Hollywood.

¿Y qué piensa de los otros festivales de cine que han aparecido en los últimos años, como el Festival de Cine Lima Independiente?

Mientras más festivales haya, mejor para la gente a la que le gusta el cine. Tienen más opciones de ver películas a las que normalmente no tienen acceso.

Saba dijo que el festival Lima Independiente causaba confusión.

Imagino que a él le gustaría que solo existiera el Festival de Lima, pero para una persona cinéfila como yo, y como muchos otros, es bueno que haya más festivales.

Vivimos un momento importante en el cine peruano. En los últimos meses se han estrenado dos películas –¡Asu mare! y Cementerio General– que han hecho historia por la abundante taquilla que han conseguido. ¿Cómo lo ve usted?

Como un fenómeno bien positivo… El cine peruano de los 80 y 90 fue exitoso a pesar de que tocó temas muy duros. Películas como La boca del lobo o las del Grupo Chaski lograron un gran éxito comercial y a la vez eran películas que tenían cosas que decir más allá de solo entretener. De pronto, se perdió ese romance.

¿Por qué se perdió?

Creo que esta otra línea que hay, más de cine de autor, se ha entronizado en el gusto de los cineastas jóvenes. Hoy se hace mucho cine vinculado a la expresión personal y eso encuentra dificultades de comunicación con el público. Yo mismo he caído en eso.

¿Cómo es que ha “caído” en eso?

Claro, porque en mis últimas películas, por ejemplo Ella –que no lamento haberla hecho porque me parece que tiene cierto sentido– es una película hecha con muy poquitos medios para un público más reducido.

¿Por qué entró en esa línea?

Porque me pareció interesante experimentar. Siempre he querido hacer cosas distintas de una película a otra.

Seguro que muchos esperan que usted vuelva a los filmes comerciales, de gran presupuesto, como No se lo digas a nadie o Pantaleón y las visitadoras.

(Sonríe). Lamentablemente, yo no estoy interesado en hacer eso.

¿No le provoca repetir esos grandes taquillazos de los 90?

Uno no puede saber si una película será un taquillazo o no. Sí me gusta que a mis películas vaya público, pero no es una prioridad. Mis dos películas más exitosas fueron No se lo digas a nadie y Pantaleón… y ambas fueron películas de encargo. Vinieron productores de afuera y me propusieron hacerlas.

Si viniese un productor y le propusiese hacer una gran película con un gran presupuesto.

Sí, sí, tampoco tengo nada contra las películas de gran presupuesto, pero tampoco he encontrado la historia como para meterme en esos temas. O a veces me ha provocado hacer historias que eran demasiado complicadas de hacer, como La guerra del fin del mundo. Yo la quería hacer, pero no quiero pasar cuatro años de mi vida dedicado a un solo proyecto, haciendo cosas así medio bíblicas, gigantes…

¿Por qué no?

Porque… ya mi visión del mundo y de las cosas está en un punto en el cual disfruto muchas otras cosas. Leer, estar conmigo mismo, he encontrado un estado personal de cierta serenidad, entonces, trato de conservar eso.

¿Le gustó ¡Asu mare!?

Mi hija Joanna participa allí.

Fue la jefa del proyecto.

Sí, por eso puedo tener una opinión parcializada pero, digamos, yo me entretuve mucho con ¡Asu mare!… Además, yo le tengo un enorme aprecio a ‘Cachín’ [Carlos Alcántara], me parece una persona muy talentosa y me ha alegrado que tenga éxito.

¿Joanna le contó este plan maestro que tenían, como por ejemplo hacer estudios de mercado para saber cómo la iba a recibir el público?

Claro, me contó, porque Joanna ha estudiado Administración, sabe de marketing. Sus películas no tienen nada que ver con el marketing, pero ella es absolutamente consciente de qué es lo que puede funcionar en el cine.

¿Le parece una estrategia válida hacer focus group para saber si un filme le gustará a la gente?

Sí, claro, lo que pasa es que no siempre da resultados.

¿Usted los haría?

No.

¿Por qué?

Porque para mí una película es otra cosa. Yo respeto que se haga pero, en primer lugar, eso no te da una garantía de que vas a tener éxito. Además, yo no hago películas pensando en lo que le va a gustar al público sino pensando en lo que me va a gustar a mí y a las personas cuya opinión valoro. Entonces, no me obsesiona ese tema. El cine tiene dos lados. Un lado de espectáculo, masivo, y un lado de creación artística. Y cada vez yo valoro más el lado artístico.

Para algunos medios y algunos economistas, el éxito de ¡Asu mare! demuestra que el cine peruano no necesita del apoyo del Estado ni de cuotas de pantalla.

No todo el cine nacional, ese tipo cine. Para ese tipo de cine no se necesita el apoyo del Estado. Pero para un cine que sea una expresión personal, que explore el lado artístico, que es lo que hace que el cine tenga la dimensión expresiva que tiene y que lo lleve a ser comparado con la literatura y las grandes artes, para ese otro cine sí se requiere apoyo porque no necesariamente va a tener un público que lo va a seguir. Si solamente nos dedicamos a hacer películas como ¡Asu mare!, el cine peruano no va a crecer.

Usted es director de la carrera de Cine en la Escuela de Cine y Post Producción de Lima. Más allá de la parte técnica, ¿qué es lo más importante que debe saber alguien que quiere hacer cine en el Perú?

Depende de qué tipo de cine quiera hacer. Si hay un director que quiere hacer cine de autor, hay profesores en la escuela que le van a dar espacio para desarrollar esa línea. Si hay los que quieren hacer de ciencia ficción, de efectos especiales, la escuela le dará herramientas para que sepa hacer ese tipo de cine.

Usted ha sido prolífico en el cine y en el teatro.

En el teatro no tanto.

Ha hecho seis obras…

Sí, pero en realidad empecé muy tarde. El teatro es una cosa maravillosa, aunque sabes que es efímera, que lo que ves una noche no lo ves más, todo se va de la memoria de la gente, es como hacer pompas de jabón. Lo más bonito del teatro es trabajar con los actores, vincularme con un grupo de personas durante cuatro, cinco meses, y participar de la experiencia de hacer algo vivo a partir de un papel. Yo le tengo mucho respeto al teatro.
¿Y a la televisión? Produjo dos telenovelas en los noventa y después no hizo nada más.
No, no tenía ganas de hacer más telenovelas.

¿No le gustó la experiencia?

No especialmente. La telenovela es como lo que te decía de las películas que demandan mucho de ti: tú estás desde la primera hora de la mañana hasta la última de la noche durante meses y meses en los que no haces otra cosa. Y el resultado no es algo como para que tú digas “voy a dedicarle mi vida a esto”. Salvo que tengas necesidades económicas, que yo en esa época tenía y que ahora, al menos con ese nivel de urgencia, ya no tengo. Me interesaría hacer televisión, pero lo que me gustaría hacer no le interesa a la gente que hace televisión acá.

¿Qué cosa?

Series. Como Los Soprano, como Mad Men… Series dramáticas de 13 capítulos, de 13 horas, que uno se demora meses en hacer. Pero cada vez que he ido a un canal me han dicho que lo que se puede hacer son miniseries de 40 capítulos que hay que hacerlas en dos meses.

Eso no.

Miniseries populares.

Así es.

¿Y ve esas miniseries?

No.

¿‘Al fondo hay sitio’?

(Piensa un momento). Algún capítulo suelto por ahí, por ver a mi amigo Gustavo Bueno, pero no.

¿No cree que un actorazo como él, que hizo tan buenos papeles con usted, está totalmente desperdiciado?

La televisión desperdicia mucho a los actores porque tienen que hacer determinadas cosas que son de fórmula. Tampoco quiero hablar mal de ‘Al fondo hay sitio’. Es una serie blanca, que no genera violencia, tengo muchos amigos que trabajan allí, pero si me preguntas si la veo te digo que no. Porque es una serie con un humor más para niños, ¿no?… Si yo veo televisión, normalmente veo fútbol y series.

¿De qué series se ha vuelto fan?

The Wire. Mad Men. Los Soprano. Breaking Bad. Son extraordinarias.

¿Hay material en el Perú como para hacer series de ese tipo?

Sí. Seguramente no del mismo nivel, pero sí se podría intentar algo más o menos interesante.

¿Qué piensa de la gestión del gobierno en materia cultural?

Algo está haciendo… Yo imaginaba que la cosa con este gobierno iba a venir mucho más desordenada de lo que ha venido. Finalmente, creo que ahí va. O será que me he vuelto más conformista y ya no tengo tantas ilusiones de que las cosas vayan a cambiar de manera mágica.

¿Lo decepciona nuestra política?

La política se ha vuelto una lucha entre diferentes partidos que lo que quieren es sacar provecho cada uno por su lado. En el país no piensa nadie. Cada uno de los políticos solo ve el cálculo de lo que le conviene o no. Y eso pasa también con el fútbol.

EL ‘MÉTODO NATALIA’
El fútbol. La otra pasión de ‘Pancho’ Lombardi. También le ha dedicado buena parte de su vida. Fue el presidente de Sporting Cristal cuando el club rozó la gloria en los noventa y, luego, titular de la comisión que dirigió la campaña para el Mundial de Francia 98. La prensa deportiva lo trató sin piedad. Él dice que algunas heridas de aquellos años todavía no le han sanado.

Esta tarde, antes de recibirnos, participó en la reunión de la Comisión de Fútbol de Sporting Cristal en la que se acordó la destitución de Roberto Mosquera. Una vez que nuestra entrevista acabe, se irá corriendo a la casa de un dirigente del club en donde le comunicarán al técnico su decisión. Pero eso será en un rato todavía. Por ahora, aunque luce inquieto, no adelanta nada.

¿Fue de los que se levantó a ver los partidos de la selección de vóley?

Mira, el vóley no es un deporte que me apasione porque me parece un deporte que no tiene tanto misterio. Es un deporte como muy elemental. Las posibilidades de juego son muy limitadas.

Eso le podría costar una tremenda carajeada de Natalia Málaga.

(Sonríe). Seguramente. A lo mejor lo mereceré por ignorante. Pero a pesar de lo que digo, sí me levanté a verlas. Es un deporte en el cual destacamos, hay un grado de afirmación nacional y eso es positivo. Sufrí mortalmente con la derrota ante China.

¿Qué piensa del método con que Natalia dirige a sus jugadoras?

No voy a opinar.

¿Por temor a una carajeada?

(Ríe). Yo tengo una visión distinta de las cosas. Sí me parece que hay que ser súper exigente, que la alta competencia requiere de un esfuerzo y una tenacidad, pero… Por ejemplo, en mi trabajo con los actores tú nunca me vas a ver dar un grito, y soy considerado un buen director de actores. Cuando he gritado he generado una inhibición en el actor. Pero a lo mejor se ha generado una dinámica entre Natalia y sus jugadoras que ha producido estos resultados positivos.

Algunos ya piden a Natalia para la selección de fútbol y, más allá de la broma, se ve que la gente piensa que la selección necesita, en palabras de Natalia, una buena “desahuevada”.

A mí me interesa que un técnico de fútbol les diga a los jugadores qué es lo que tienen que hacer en la cancha. No es “sácate la mugre”, “mete la pata”, no. Me interesa que diga “mira, vas a atacar al lateral izquierdo por el lado derecho”, “mira, en el momento en que el mediocentro de ellos sale a tapar, tú vas a ir a su espalda por este lado”. Cosas concretas que los jugadores puedan hacer.

Lo que han conseguido las chicas de vóley podría significar el renacimiento de este deporte. ¿Cuándo le toca al fútbol?

El fútbol está empezando a mostrar algunas cosas. A mí me encantó la Sub 20 que jugó el Sudamericano, me pareció un equipo audaz, sin complejos. Y eso es mérito del entrenador.

Entonces, ¿con un buen entrenador en la selección de mayores comenzarán a mejorar las cosas?

Tenemos un buen entrenador. Mira la diferencia que hubo entre el Atlético de Madrid y Sporting Cristal [en el partido jugado el 31 de julio], eran niveles completamente diferentes. Ahora mira la selección de Markarián: le puede jugar a cualquier rival de igual a igual. A nivel de selección somos mejores que a nivel de clubes. ¿Por qué? Porque tenemos un buen comando técnico.

Por lo visto, usted debe creer que todavía podemos clasificar.

No lo sé, pero competimos, estamos compitiendo.

Hace unas semanas dijo que la Federación Peruana de Fútbol era muy débil, que le falta autoridad.

Es que allí hay cosas muy complicadas que tienen que ver con un tema de poder. Cómo la Federación consigue apoyo para sus gestiones si no es haciendo algún tipo de acuerdo con los clubes.

¿Los clubes controlan el fútbol?

Más que lo controlan, deciden lo que se hace. El campeonato lo deciden los clubes.

El fútbol y el cine, sus dos pasiones. Sin embargo, nunca las juntó.

Sí, tienes razón. No ha surgido ninguna historia que me interese. He estado cientos de veces en los camarines, en las victorias, en las derrotas, he vivido los dramas personales de los jugadores, imagínate, pero nunca he encontrado una historia que yo diga que necesita el ambiente del fútbol para ser contada.

¿No hay ningún ídolo en nuestra historia cuya vida sea tan interesante como para hacer un biopic?

No sé. Lo que te puedo decir es que, a medida que han pasado los años, a los jugadores peruanos me interesa más verlos solo en la cancha y no tanto conocerlos como personas. Hay jugadores que son admirables como seres humanos, pero también he conocido a muchos a los que mientras están jugando les tengo admiración pero que luego…

¿Se ha decepcionado de alguno?

El jugador de fútbol peruano se ha vuelto muy comercial. Cuando tú encuentras jugadores como… por ejemplo Jorge Cazulo [volante de Sporting Cristal], eso pues es un hallazgo. Esos son profesionales. Un caballero. Con una mente amplia. Esos no abundan tanto. Por eso me gusta que Jorge esté en el club, porque es un ejemplo para los chicos. Yo creo que va a ser un ídolo.

Entonces, ¿la película de Lombardi sobre el fútbol es algo que nunca va a ocurrir?

Nunca digas nunca.