Cinco rockeros que sobrevivieron a los excesos para volverse leyendas

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A propósito del lanzamiento del nuevo álbum de Iggy Pop con The Stooges, recordamos a algunos de los músicos que más han coqueteado con el peligro.

Cinco rockeros

Iggy Pop, Keith Richards, Lemmy Kilmister, Ozzy Osbourne y Charly García.

El viejo lema de los músicos más descarrilados de la historia. Ya saben, eso de “vive rápido y muere joven” ha sido casi una ley para figuras que dejaron huella en la música. Pero por esas cosas del azar que ya ni la ciencia podría llegar a entender, hay quienes – con prontuarios de lo más increíbles- han logrado sobrevivir hasta nuestros días para convertirse en verdaderas leyendas del rock. Dinosaurios, que le dicen.

IGGY POP
El que nos lleva a hacer esta lista esconde su nombre (James Newell Osterberg Jr.) bajo el apelativo de “La iguana”. Y la “chapa” le cae a pelo porque hasta ahora puede moverse ágilmente por los escenarios como ya quisieran algunos de los veinteañeros sedentarios que abundan en nuestros días. Los excesos de Iggy Pop fueron de la mano con su vida artística casi desde sus inicios, pero sería en los años 70 que le empezarían a pasar factura. En febrero de 1975, por ejemplo, Los Stooges, la banda con la que lanzó sus mejores temas, debió desintegrarse al no poder más con las extrañas conductas que estaban causando en él el abuso de sustancias. Al pensar en esos días, pocos hubieran imaginado que se reunirían 30 años después para lanzar un nuevo disco que será presentado precisamente este martes.

KEITH RICHARDS
Más anecdótica resulta ahora la historia de Keith Richards. El notable guitarrista de los Rolling Stones utilizaba la biografía que lanzó en el 2010 para reírse de aquellas revistas que, como la NME, solían ponerlo todos los años en la lista de “10 músicos que ya deberían estar muertos”. Keith, siempre acompañado de un (hoy un tanto irónico) anillo de calavera, ha contado que entre sus vicios de juventud algunas sustancias y la bebida. Aunque esta última hasta ahora no la deja, las demás son cosa del pasado. Un pasado que alguna vez lo convirtió en un perseguido de las aduanas, en un enemigo de las cancillerías y en un hombre que coqueteaba permanentemente con el más allá. ¿Quién se hubiera imaginado que este malogrado del rock and roll llegaría a los 69 años que tiene hoy para seguir on the road y entre los grandes?

LEMMY KILMISTER
El propio Lemmy lo dejó muy claro en el documental que lleva su nombre y que estrenaron Greg Olliver y Wes Orshoski en el año 2010: “Mientras a otros beber les hace daño, a mí me ayuda a cantar mejor”. El líder de Motörhead ya se perfilaba como un borracho de antología desde sus apariciones con Hawkind, donde bebida en mano ya soltaba esa voz de ultratumba para el deleite de sus feligreses de negro. Hasta nuestros días, Lemmy tiene como costumbre tomarse, por lo menos, una botella de Jacks Daniels al día y sigue recio, sin inmutarse. Pero, niños, no intenten esto en casa. Él, como dicen sus admiradores, “es dios”.

OZZY OSBOURNE
A quien los excesos no le han hecho mucho bien vocalmente es a Ozzy Osbourne, que estuvo por aquí en el 2011 y que volverá antes del fin de este con los Black Sabbath. El rockero ya no tiene la voz de antes, pero en onda sí que no hay nada que reclamarle. Después de arrancarle la cabeza de un mordisco a un murciélago, hacer lo propio con una paloma e inhalar por la nariz una fila de hormigas vivas, quién hubiera pensado que lo veríamos seguir en actividad hasta hoy. Claro, aquí cabe mencionar que el buen Ozzy ha vuelto a las andadas. Hace poco lo contó en su Facebook: “Durante el último año y medio estuve tomando. Estuve en un lugar muy oscuro y me porté como un idiota con la gente que más me quiere, mi familia”, dijo. Eso sí, lo bueno es que, como siempre, la esperanza es lo último que pierde: “Sin embargo, estoy sobrio hace 44 días”. Como quien dice: Sí se puede, Ozzy.

CHARLY GARCÍA
Y cerramos este recuento con una figura algo más cercana a nosotros en lo geográfico: el buen Charly García. Si Ozzy Osbourne tiene un montón de postales coleccionables de locura infinitiva, al argentino no le faltan imágenes para regalar: su salto desde un balcón en Mendoza es uno de los puntos cumbre de su adicción a las sustancias y, a la vez, una imagen que hasta conserva algo de poesía. “¿Qué sentiste al tirarte, Charly?”, le preguntó un reportero. “Bueno, primero vacío y luego el agua mojada”, respondió García. Say no more.