El sapo amazónico que se aparea con hembras muertas para preservar la especie

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Un equipo de biólogos del Instituto Nacional de Pesquisas de la Amazonía (INPA) descubrió el extraño comportamiento de una especie de anfibio que, aunque la hembra haya muerto por asfixia durante el apareamiento, el macho continúa abrazando el cadáver hasta que libere los óvulos en el agua para fecundarlos.

sapo amazónico

Tras provocar la muerte accidental de la hembra por ahogamiento debido a su peso, el macho mantiene el abrazo sobre su compañera incluso durante horas para lograr la reproducción.

La especie identificada es la “Rhinella proboscidea”, que mide hasta 5,5 centímetros y es endémica de la Amazonía central. Es difícil de ser observada debido a que no sobrevive en regiones desforestadas.

De acuerdo con los investigadores, la muerte de hembras es común en las especies de sapos que acostumbran a concentrarse masivamente en charcos o lagunas para reproducirse.

“Por lo general, lo que ocurre con las especies con un comportamiento similar es que, cuando la hembra muere, el macho deja de abrazarla y la fecundación se pierde”, explicó la bióloga Albertina Lima, investigadora del INPA. “No se conoce ninguna otra especie de sapo que retire los óvulos de la hembra muerta y los fecunde”, agregó.

REPRODUCCIÓN EXPLOSIVA
La especie practica la “reproducción explosiva”, no muy común entre los sapos, que se produce cuando un número muy elevado de individuos se concentra durante dos o tres días en los lugares de reproducción, por lo general pozas de agua o cabeceras de los ríos. “Cuando la hembra entra al agua muchos machos intentan subir sobre ella y, sin dejarla volver a la superficie, terminan ahogándola”, explica William Magnusson, también investigador del INPA.

En el 2001, los investigadores recogieron 15 hembras muertas, y en ninguna fueron encontrados óvulos, lo que demostró que el macho esperó hasta que los expulsara. Además, recolectaron y observaron los huevos que dejaron hasta que entraron en estado embrionario, con lo que pudieron verificar que todos habían sido fecundados.

El comportamiento inédito fue verificado en observaciones realizadas entre 2005 y 2001 en la reserva forestal Adolpho Ducke, administrada por el INPA y ubicada a unos 26 kilómetros de Manaos, la mayor ciudad de la Amazonía ubicada al norte de Brasil.